La escuela utiliza bastante poco el recurso al contexto narrativo para enseñar matemáticas. A partir de un problema que nos sumerge en la incertidumbre, hacer matemáticas es organizar nuestras acciones con miras a su resolución.
Para ello, es necesario poder demostrar creatividad: observar, imaginar, buscar, equivocarse, en resumen, experimentar. El alumno debe ser un actor, libre y autónomo en sus elecciones (exploración > solución) para llegar a la solución.
De hecho, la resolución de un problema matemático se asemeja a una búsqueda: la que se encuentra en los cuentos maravillosos, las leyendas, las epopeyas, donde el héroe parte a la aventura tras un evento desencadenante.
A partir de una situación inicial, el héroe atraviesa pruebas, encuentra dificultades, se equivoca, enfrenta lo inesperado: es el tiempo de la búsqueda. Gracias a su ingenio, perseverancia y estrategia, logra el objeto de su búsqueda.
Esta analogía entre el recorrido del Héroe o heroína y la resolución de un problema matemático hacen que el uso de cuentos para la enseñanza de las matemáticas sea aún más relevante.
Paralelo establecido por Thierry Dias en su libro Todos somos matemáticos, Magnard, 2015:
Analogía entre la estructura de un cuento y la de un enunciado de problema y su resolución (esquema narrativo) Situación inicial → elemento modificador → peripecias (pruebas) → desenlace → situación final
Los razonamientos matemáticos a menudo comienzan con ‘Sea…’; los cuentos comienzan con ‘Érase una vez…’.
Los principios fundamentales de construcción de cuentos tienen muchos aspectos en común con la resolución de un problema en matemáticas.